Mujeres que viajamos solas

Mujeres que viajamos solas

Hace un tiempo empecé a escribir una nota sobre mi experiencia viajando sola desde muy joven y creo que es un buen momento para retomarla; principalmente porque en unos días vuelvo a emprender viaje con mi sombra únicamente y por los hechos ocurridos en estos días, mis amistades y familiares empezaron a paniquear y quemarme la cabeza con los riesgos que corro y las precauciones que tengo que tomar, incluyendo que 24 hs pase mi locación, actividad, acompañantes y agenda completa.

¡TE CALMÁS!

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Primero quiero aclarar, somos millones las mujeres que viajamos solas y el hecho de que se conozca uno o 20 casos en el mundo de tragedias y cosas del estilo, no generaliza que al resto nos haya sucedido o esté establecido que nos vaya a suceder en un futuro.

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En su momento subí una nota sobre la charla de Guada y Lu en el evento de la Red Viajar acerca de las ventajas de viajar sola. Ahora quiero contar un poco de mi experiencia personal y los beneficios que encuentro yo al viajar sola.

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Viajar sola:

No suelo hablar mucho de mi infancia, pero quiero mencionar el hecho de que desde muy chica, durante las vacaciones escolares, mis papás (que trabajaron toda la vida full time), me mandaban al campo de mis abuelos o a Pehuajó meses enteros y puede que haya tenido una gran influencia en quien soy ahora, porque aprendí a no extrañar mi casa, ni a mi familia y sobre todo a manejarme de muchas formas sola. Aprendí a despegar.

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Pero hablando con propiedad, mi primer viaje y vuelos sola fueron a los 20 años y pueden adivinar adónde viajé…. Chi Chi Chi. En ese momento, todavía precisaba un permiso legal de mis padres para salir del país por ser menor de 21, justo después lo cambiaron y ya se puede viajar libremente a partir de los 18.

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Mi experiencia fue genial, paré con un amigo en un depto en una de las zonas más top de Santiago. Nos movilizamos en subte, preguntando, mirando mapas, errando, probando y sobre todo disfrutando, porque una de las maravillas de esa ciudad son sus “metros”. Salí sola a recorrer, a perderme por las calles, a descubrir, a recorrer malls y también conocí personalmente a un amigo chileno que hice a través de las redes sociales, en ese momento Fotolog. Acá viene otro tema tabú, ¿No? Conocer gente y sobre todo hombres, siendo una pendeja, a través de redes sociales.

Con él comencé a hablar a fines del 2007 y recién en 2010 nos vimos face to face; hablábamos por msn, a través de videos, llamadas, pasamos miles de horas y noches charlando y finalmente nos conocimos. Hoy ya llevamos casi 9 años de amistad 🙂

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Cuestión que además de salir de parranda (?), de recorrer, conocer, comer como cerdos y demás yerba, también nos fuimos el día de mi cumpleaños número 21 a recorrer Viña del Mar y pasar el día allá, ese día conocí a otra de mis actuales amigas chilenas. Unos días después nos juntamos en casa de mi amigo a preparar y comer sushi casero!

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En ese mismo viaje, conocimos al contador de la familia de mi amigo chileno y nos llevó un día entero de tour a Santiago, incluyendo a uno de los mejores restós de comida de mar y a probar el típico mote con huesillo del cual desconocía su existencia.

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Al año siguiente viajé completamente sola, mismo destino. Esta vez me esperaba en el aeropuerto mi amigo y paré en la casa de él y su familia. Me invitaron a ir de camping al lago Rapel, en la Región del Libertador General Bernardo O’Higgins, nos fuimos más de una semana. Era la primera vez que dormiría en una carpa más de una noche y encima en una carpa del tamaño de las de Harry Potter, donde entrábamos hasta 10 personas. Viajamos en camionetas y camiones llevando mercadería para sobrevivir esos días, ¡Una locura! Comimos, nos aventuramos, salimos en barco por el lago, hicimos buen uso de la pileta, me bañé en un baño comunitario de camping, dormí con mucha gente en bolsa de dormir y… fui feliz. El mayor inconveniente era la falta de crédito y señal para comunicarme con mi novio de ese momento que había quedado acá =P Después volví a Santiago y salí a recorrer sola la ciudad. La casa de mi amigo queda un poco alejada, de hecho queda en las afueras de Santiago, así que no era simple llegar e irse de ahí, lo que conlleva a la anécdota de volver de noche, perdida, sin teléfono… PREGUNTAR salva vidas. Los “colectivos” (taxis compartidos) también. Otra experiencia genial =)

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Luego viajé sola a Entre Ríos, el micro me dejó en plena noche en la mitad de la ruta, literalmente. De vuelta, respirar, fe, positivismo, estar seguro de uno y buscar las luces además de llamar a gente o remises para que nos rescaten.

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En Nueva York, además de andar de noche por el Bronx sola con mi cámara, experimenté perderme por completo en un barrio no muy agradable, Washington Heights, buscando The Cloisters, no tenía teléfono, nadie sabía de qué lugar hablaba y me mandaron 20 cuadras más lejos de donde tenía que ir. Sin mapas y desviándome sola por las calles encontré un Dunkin Donuts que decía wi fi…. Y no tenía wi fi. Salí de ahí dispuesta a seguirlo intentando, alguien debía conocer mi castillo soñado en Manhattan! Me crucé a un hombre de traje que parecía caribeño y le pregunté. Me dijo que sí conocía pero que estaba a no sé cuántos miles de ahí, jodido para que fuera caminando. Me dijo que había salido del trabajo y que iba para esa zona, que si quería podía alcanzarme. LO DUDÉ, realmente no es algo que hubiese hecho acá y probablemente en casi ningún lado… Pero estaba en Manhattan, el tipo fue super amable, incluso intentó explicarme cómo llegar a pie y mi instinto me decía que estaba todo bien. Me fui con él.. Resultó ser hijo de latinos y terminamos hablando en español. Tuvimos una grandiosa charla rumbo a The Cloisters y me dejó en la puerta. Me dio su tarjeta personal para que le envíe las fotos del museo y eso fue todo. ¿Que fue arriesgado y me podría haber pasado algo? Sí; pero también está en uno y esa fue mi decisión en el momento. Gracias a eso, pude conocer uno de los lugares más hermosos de Nueva York y por qué no, a un amigo.

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En Nueva York también tuve un problema con VISA la noche de mi cumpleaños que pensé arruinaría ese día y mi viaje entero, pero dejé de hacerme mala sangre y las vueltas de la vida esa noche hicieron que conozca e hiciera una gran amistad en el hotel y también un pequeño amor de sueños, en la ciudad donde los sueños se vuelven realidad 😉

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Entiendan lo siguiente, hay más gente buena que mala en el mundo, que nadie les diga lo contrario porque precisamente viajando es cuando van a finalmente entenderlo.

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A Salta fui con mi mejor amiga, en una excursión conocimos a otras chicas yankees increíbles que casualmente viven acá, la pasamos genial, las volvimos a cruzar por la ciudad de Salta y seguimos en contacto con ellas en Buenos Aires.

En Cataratas, con mi misma amiga, paramos en un hostel… Conocimos en la ruta y en el parque nacional a chicos y resultó que todos parábamos en el mismo hostel! Nos hicimos amigos, salimos a la noche y durante toda nuestra estadía. Incluso volvimos en el mismo vuelo y pedimos asientos juntos! A mi amiga le robaron una noche en el baño compartido su bolsito de maquillaje y su peine… Preguntamos por todo el hostel y teníamos mucha idea de quiénes habían sido (no es por discriminar, pero eran argentinas, esto no pasa en todo el mundo, deben saberlo). No sé qué cargo de conciencia generamos, si fue una obra del espíritu santo, o si es difícil esconder cosas en un lugar donde todo se comparte o simplemente mi amiga que tiene un culo gigante; pero al día siguiente le devolvieron todas las cosas. Hay que cuidarse, sí, hay que estar atento, sí. Pero no vivir paranoico, como diría Luna Lovegood (?) las cosas siempre vuelven a nosotros, aunque no sea de la forma que esperamos..

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((Sorry chicos, todas las fotos que debo de Salta y Cataratas están en la otra compu :P))

En mi anteúltimo viaje a Chile, sola, viajé sin tarjetas. Bah, tenía la de débito pero me la rechazaron. Me manejé con dólares y chilenos. ¿Otro riesgo? Sí, llegué al aeropuerto con monedas, pero de no haberlo tomado, no viajaba.

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Tomando una siesta abrazada a mi cámara en la bajada del Cerro San Cristóbal, Santiago de Chile

El último viaje a Chile viajé sola pero allá me encontré con gente que conocí por Twitter del mundo blogger viajero que somos medianamente pocos y un poco ya nos conocemos =) Fue un viaje fugaz pero la pasé increíble. Tuve mis momentos sola que tanto aprecio (y necesito) y los momentos de compras, comidas, juntadas de cuarto a pedir delivery, que realmente no se cambian por nada. Volví un día antes que el resto por temas laborales y… Tuve el culo más grande de América. Al día siguiente hubo un paro general en todo el aeropuerto de Santiago y se cancelaron todos los vuelos. No había lugar en los siguientes o las aerolíneas directamente no volaban todos los días, así que el resto tuvo que reprogramar su regreso, una perdió todas sus tarjetas y sólo tenía algo de cash y en el medio hubo un sismo que también complicó las cosas. Este tipo de percances pueden recontra pasar y conllevan gastos impensados de hoteles, estadía, preocupación por parte de los que quedan acá pero más que nada de los que estamos ahí… Si me pasaba a mí, además de quedarme sin un mango por viajar con todo justo y una tarjeta casi limitada, probablemente me quedaba sin trabajo. Así que las cosas pasan por algo, hay que ser más precavido y contemplar un margen de posibilidades para la “mala suerte”.

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No quiero dejar de mencionar que en TODOS (literalmente todos) mis viajes a Chile, al momento de volver ocurrió un desastre meteorológico. El sismo más grande que hubo en los últimos años, fue unas horas después de que yo llegara a Argentina, no podía comunicarme con mis amigos de allá y me llevé un buen susto. Al año siguiente cuando volví fue la réplica, luego hubo sismos, erupciones de volcanes, tormentas eléctricas inusuales y más sismos. No chicos, yo no tengo nada que ver, amo Chile y siempre regreso, así que debo dar infinitos gracias por salvarme siempre de estas cosas que podrían complicar mis viajes 😛

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Sí, viajé con extraños. Sí, viajé sin tarjetas. Sí, me quedé sin cash. Sí, me rebotaron tarjetas. Sí, tuve pequeños accidentes y percances. Sí, anduve sola de noche por zonas horribles y tuve miedo. Sí, hay cosas que no volvería a hacer y otras quien sabe… porque gracias a todo eso es que aprendí a viajar sola, a perder el miedo, y porque gracias a eso absolutamente todos mis viajes fueron fabulosos y por eso es lo que más amo hacer en el mundo.

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Viajar sola tiene miles de ventajas: Viajar a donde querés, cuando podés, sin resignar nada por el gusto de otro; manejás tus tiempos, tu presupuesto, tus ganas de hacer y conocer lo que vos querés, descansás, estás siempre de buen humor y aunque no lo estés, nadie tiene que padecerlo; no perseguís a nadie, trazás tus propios pasos, madurás; sos más que una simple turista, sos una viajera; explorás, te sumergís en la cultura, conocés gente increíble, conocidos y amigos para toda la vida de todas partes del mundo, recolectás anécdotas para escribir un espectacular blog (?), aprendés a comunicarte en otras lenguas que incluso terminás manejando y te divertís haciendo gestos para que te entiendan de todos modos. Viajás más, porque no dependés de nadie… Te enamorás (y suele ser de película), descubrís cosas maravillosas de vos misma que de otra forma no te darías el espacio o no pensaste que podías hacer. Aprendés a quererte, cuidarte y valorarte. Incluso aunque seas la persona más retraída, anti y vergonzosa del mundo (holis) te animás a hablar, a preguntar y de eso surgen experiencias fabulosas. Viajar nos cambia como personas, nos abre la cabeza, nos vuelve más sabios, más honestos y sencillos, nos ayuda a superar los miedos, a ser más tolerantes y menos prejuiciosos, nos llena de nuevas emociones que no experimentamos antes, nos hace ganarle al tiempo…

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Así que en mi experiencia, que cada vez será mayor, no puedo dejar de decirles: Mujeres (¡Y hombres también!), no dejen pasar JAMÁS una oportunidad de viajar sola/o aunque sea acá a la esquina por el miedo de otros, ni siquiera por los suyos.

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“El mundo es un buen libro, quien no viaja lee una sola página”  (San Agustín).

Feliz día mujeres, que nada ni nadie intente cortarnos las alas 🙂

L.-

1 comment

  • Comparto cada línea, cada palabra, cada concepto.
    Solamente el que viaja es capaz de entender al resto de las personas que habitan este mundo, que siempre, siempre las buenas son mayoría.
    Gracias por expresarlo tan cabalmente.
    Bss.
    Ch.

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